Y el pecado que yo imputo a cada fantasma frustrado es no haber encendido el candil y no haber tomado las riendas (Elizabeth Barret Browning)
Después de tanto noalaguerra confieso que me volví un poco adicta a las manifestaciones. Hay cierto sentimiento de unión con la gente que grita contigo, y las cañas de después, sudorosa y afónica, tienen un gusto distinto.
También fue frustrante, en esos tiempos de gobierno sordo y cacerolada sonora, que muchas personas que estaban en contra de la invasión de Iraq y de la falsa democracia de Aznar siguieran los patrones de la sociedad conservadora cuando gritaban sus lemas. Los había sexistas, como el típico “hijo de puuuuuuta”, homófobos, como “Aznar maricón” (y pancartas de Bush dando por culo a Aznar) y una amplia gama de horrores que me llevaban a buscar a gente que utilizase un poco más la cabeza. El lenguaje no es inofensivo, configura nuestro pensamiento y hay que utilizarlo, a mi parecer, de una forma más política. Adrienne Rich define el poder como la posibilidad de imponer tu punto de vista a través de la lengua, y así ha sido siempre.
Después de los atentados del 11 de marzo en Madrid, un sentimiento de vulnerabilidad hizo que un montón de personas saliesen de sus casas al día siguiente y recorriesen la Castellana (o cualquier otra calle de cualquier otra ciudad del país) bajo la lluvia para expresar su solidaridad a las víctimas. La sensación de “me podría haber pasado a mí” era, creo yo, lo que más desasosegaba. Pero, ¿qué te encontrabas cuando te metías entre la gente buscando un hueco? Banderas con el aguilucho franquista y lemas contra “los moros”. ¿Es ese el mundo de fronteras y prejuicios que consideramos seguro?
Unos días antes de esa tragedia había tenido lugar la manifestación del 8 de marzo, Día de las Mujeres, de la que soy habitual desde hace ya bastantes años. No es sólo una manifestación reivindicativa sino también simbólica, pues las mujeres tomamos las calles y organizamos un montón de eventos que son exactamente así: de, por y para mujeres. Esto no significa que los hombres queden excluidos de la lucha antisexista, y de hecho los más concienciados de mis amigos en absoluto lo sienten así. Esta lucha no tiene lugar sólo el 8 de marzo sino que deben llevarla a cabo durante todo el año. Pero este día es para las mujeres como un espacio metafórico de affidamento, que es como las feministas italianas llaman a la hermandad entre mujeres.
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